Cuando los problemas de sueño se producen con frecuencia y de manera persistente,
pueden repercutir de manera negativa en nuestra vida, tanto en el descanso como en el funcionamiento cotidiano.
Con el
tratamiento psicológico de estos problemas, se pretende mejorar tanto la
calidad como la cantidad de sueño, interviniendo sobre los diferentes
factores que influyen en él: conductas propias del paciente (alimentación,
ejercicio físico, consumo de alcohol o sustancias estimulantes y/o sedantes,
hora de acostarse, actividad hecha previamente, número total de horas
dormidas antes de acostarse, etc.), y factores ambientales (luz, ruidos,
temperatura, etc.).
De este modo, el
paciente conocerá cuáles son los factores que pueden afectar al sueño y se
le enseña mejores prácticas de higiene del sueño.
Puede aparece
junto a otro problema más grave como la depresión o algún trastornos de
ansiedad, en cuyo caso, la intervención normalmente comienza por resolver el
problema de sueño, ya que así se consigue una mejoría rápida y se facilita
la intervención sobre otros tipos de problemas relacionados.